Y resulta pues ahora mis estimados y apreciados, que a prácticamente nada de que toda la ciudadanía sea sumergida en una ya por todos bien conocida parafernalia electorera y con miras al tan esperado 2024, toda la comunidad eternamente aspiracional política, que sobra decirlo, siempre se encuentra en una constante carrera por el poder, va decantando el rumbo que tomarán sus campañas electoreras, las cuales sobra decirlo, tendrán que ser inteligentes, bien planeadas, pero, sobre todo, fundamentadas en propuestas cumplibles y no en eternas promesas, de las cuales, la verdadera base democrática electoral, o sea, la ciudadanía, ya está hastiada.
No es gran ciencia ni misterio, mis fraternos, que, durante mucho tiempo la política de casi todo el orbe, se ha asentado en la antigua frase “Panem et circenses” (Pan y Circo) acuñada, según la historia, por el poeta satírico Juvenal por ahí del 100 A. D. en una dura crítica a la corrupción de una Roma decadente y que es un peyorativo actual para expresar la práctica de gobiernos y aspirantes a gobiernos, dando alimento y entretenimiento de baja calidad, a fin de apaciguar a toda una población, ocultando sucesos controversiales.
Sin embargo, mis bien respetables, es un hecho que buena parte de nuestra sociedad ha evolucionado en algunos temas y a pesar de una inconmensurable cantidad de distractores tecnológicos, hay muchos sectores sociales que han tenido a bien, utilizar de manera inteligente las herramientas actuales para compartir ideologías, puntos de vista y aspiraciones, lo que ha generado comunidades inteligentes que saben disfrutar de un buen circo, degustar un buen pan, pero darse también el tiempo para analizar su entorno, hacer críticas y juicios sobre aquellos que administran a la nación y sobre aquellos que aspiran a ello y tomar quizá la mejor decisión al respecto.
Cabe la mención mis admirados, que parte de un gran espectáculo de muy baja calidad es la gran cantidad de contenido digital que nos llega de primera mano en todas nuestras redes, las cuales se han convertido en el arma perfecta para la famosa guerra sucia electoral con la que los distintos colores partidarios pretenden convencer al respetable, no de por qué son una mejor opción, si no, por qué los contrarios son la peor alternativa, dicho sea de otra forma, tal parecieran reconocer todos los matices del arcoíris electoral que son malos administrando, pero que el vecino opositor es más malo.
Pero aceptémoslo mis estimados, en el bufete político, de todas las opciones que están sobre la mesa, la ciudadanía ya no ha tenido oportunidad de elegir lo mejor, si no por el contrario, a veces hay que decidirse por no escoger nada, o de plano decantarse por la opción menos peor.